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Libro sobre el cielo (del autor del libro "Beber agua de mar")

(Con el mismo estilo que su libro precedente: con lenguaje sencillo, con más de 60 ilustraciones)

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portada del libro Contenido

El objetivo del libro es explicar nuestra situación psicológica en el cielo, y para ello antes repasa los aspectos básicos de nosotros y de la realidad, conceptos que en su mayor parte se mantienen allí (realidad, verdad, gozo, tiempo, amor).

También describe las fases hasta llegar al cielo, con los cambios que hay al pasar de una a otra.

Aporta informaciones sorprendentes y sugerentes sobre cómo funcionamos:

Este libro expone las enseñanzas más fiables de la Iglesia: de la Biblia, de Santo Tomás, y S. Agustín.

Aproximadamente cada página presenta una idea. Es un libro para degustar poco a poco, no para leer "de corrido".

Hay páginas que presentan conceptos básicos tan visual y sencillamente que pueden ser leídas por niños y jóvenes.

No es un tratado sobre el cielo que recoja todos los aspectos y detalles (por ejemplo, no explica cómo es el cuerpo de resurrección). Para ello hay libros como "La vida en el cielo" del P. Barbens, y sobre todo "El cielo", del P. Cayo Electo.

La referencia última evidentemente es Santo Tomás (Suma Teológica y De veritate -q. 19). El P. Royo Marín, en su libro Teología de la Salvación explica las enseñanzas de S. Tomás de forma más asequible.

Aquí tienen algunas páginas: la 20, la 24, la 28, (tienen recortados los márgenes) y el índice.

Vídeo

Entrevista que hacen al autor sobre el libro (43 min).

Dónde comprarlo

En Amazon (Amazon.com, Amazon.es , Amazon.com.mx, Amazon.com.br,...). Para encontrarlo en Amazon hay que poner el título y el nombre del autor: qué haremos en el cielo francisco martin. O buscar por su ISBN: ‎ 9788412442335. (No entiendo por qué el precio en Amazon Brasil es tan elevado: ni qué hacer para que no lo sea).

Aviso de cómo leerlo

No pretenda el lector entender todo a la primera. Por ejemplo: la primera página dice "estamos hechos como Él (Dios)". Esa página es sólo "un aperitivo", e igual que no se pretende que los aperitivos sacien el hambre de los comensales, igualmente con esa página no se pretende que el lector se convenza de que "estamos hechos como Dios": ya vendrán luego "platos más consistentes", páginas que desarrollen y demuestren esa frase. Igualmente al principio cita a los ángeles de pasada, pero luego se habla más específicamente de ellos. Igualmente de otras cosas.

Formato

Tiene un formato DIN A4 vertical (30 cm de alto por 21 de ancho). No hay formato ebook por el tamaño de sus ilustraciones. 120 páginas. Título: Qué haremos en el cielo. (Subtítulo: y el camino a él).

Aclaración

facultades del alma En la página 32 ("nuestra alma") hay algunos cuadros, que porque tienen cosas dentro y por el título de la página pueden confundir y hacer creer que todo lo que hay dentro de ellos es del alma. Fíjense que la C que contienen se menciona en los textos explicativo como "Cuerpo", es decir, no parte del alma.

El alma tiene 3 aspectos que podrían representarse de forma análoga (¡pero no idéntica!): dos facultades activas (el Entendimiento y la Voluntad) y una facultad pasiva (estado afectivo, sentimiento, capacidad consciente de sentir -en el alma-). El estado afectivo es resultado, consecuencia de lo que pensamos y queremos (expuesto en la tabla p. 30, que son lo que Santo Tomás llama "pasiones"). Las virtudes (los "músculos del alma") son perfeccionamientos de nuestras facultades activas, de nuestras potencias del alma, pero no de la pasiva. En la p. 21, "nuestros poderes" (virtudes) cita los "músculos de nuestra voluntad" y de nuestro entendimiento, pero no de los estado afectivos.

Nuestra capacidad de sentir (con el alma) se desarrolla como consecuencia del desarrollo de las virtudes, no directamente. (Yo diría que todos los que levitan rezando, otros éxtasis, estigmas, etc., es porque sus virtudes están tan desarrolladas que les producen esos estados tan intensos en el alma, que hacen que el cuerpo alcance modos de funcionamiento anormales. Evidentemente, ningún santo ha buscado esos fenómenos, sino que son consecuencia no buscada de sus virtudes, que son de las potencias activas: entendimiento y voluntad).

Errores

En los ejemplares vendidos antes del 1/8/2023 se decía que los ángeles no participaban de la naturaleza de Dios. Esto no es así.

Ampliaciones de lo dicho en el libro

Nuestra misión en la vida

En la primera página hablamos del aspecto de "servicio" de nuestra misión aquí. En parte porque creemos que puede resultar chocante a mucha gente. Pues bien, hay algo que puede resultarlo más, y es más importante que el aspecto de servicio: estamos aquí sobre todo para dar gloria a Dios. Más chocante porque parece como si Dios necesitara de nosotros para recibir gloria, pero es una interpretación equivocada. Por ejemplo, en Teología de la perfección cristiana, p. 46 del P. Royo Marín hay una explicación. Y por ello, en el inicio del Rosario decimos "Señor Dios nuestro, dirigid y guiad todos nuestros pensamientos, palabras y obras a mayor honra y gloria vuestra. Y vos Virgen ...", y al final de cada misterio decimos "Gloria Patri, et Filio,...".

Órdenes de conocimiento

Hay dos órdenes de conocimiento: el natural y el sobrenatural (aquí y en el cielo). El segundo es el que tenía por ejemplo, el gran Santo cura de Ars (¡que no sabía latín!), y la vidente de Lourdes o los de Fátima. Y por supuesto Santo Tomás de Aquino (que evidentemente también fue un gran estudioso).

Dado que el libro hace hincapié en el primero y sólo cita una vez el segundo (p. 22), he preparado para intentar compensarlo este otro artículo sobre este tema.

Cómo estaremos en el cielo (anticipos en la tierra)

Creo que los niños antes del uso de razón pueden prepararse mucho para luego ser muy santos ya con el uso de razón. Esto lo explico en este artículo. La vida de Sta. Bernadette (la vidente de Lourdes), con sus convicciones profundas es un modelo de anticipo del cielo, explicado en este otro artículo.

Otra reflexión no muy madurada (puede ser errónea): Aparte de lo que decimos al final del libro sobre los anticipos ya en la tierra, hay que recordar que el cuerpo de los santos (en la tierra) parece que ya tiene (empieza a tener) alguna cualidad del cuerpo glorioso (impasibilidad). Pienso en Sta. Bernadette que no se quema a pesar de que la llama de un cirio le lame los dedos, pienso en S. Pablo mordido por una víbora, por los 3 jóvenes del libro de Daniel en el horno y no mueren,... la inedia de algunos santos, bilocaciones,... Y algunas de estas cosas también se pueden obtener por medios naturales o tratos con el Demonio. Es decir, que nuestra vida en la tierra puede ser mucho más milagrosa de que lo creemos.

Por otro lado, "la perfección" que nos pide Dios: "sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto" (Mt 5,48) creo que S. Tomás de Aquino explica que esa perfección es alcanzable por todos, que no nos pide un imposible, que no es algo que tengamos que caer en un trastorno mental obsesivo para cumplir. Y esa perfección nos da aquél anticipo de cuerpo glorioso.

Es decir, quizá hay gente que conocemos que calladamente es perfecta, vive una vida de continuo milagro anticipo del cielo y no lo vemos.

El mayor anticipo del cielo en la tierra sin palabras ni imágenes

Lo más parecido al cielo en la tierra es lo que se llama el "matrimonio espiritual", ¡por encima del éxtasis y donde ya no suele haber éxtasis!. La gradación de estados puede verse en Teología de la Perfección Cristiana, p. 601 y ss., al hablar de los grados de la oración.

A mi entender, cuando S. Pablo dice ("ni ojo vió, ni oído oyó,...") no sólo hay que interpretarlo como que la experiencia del cielo es algo inaudita, nunca vista, sino que también debe entenderse (de forma acorde con la enseñanza de S. Tomás y de los místicos), que es una experiencia sin palabras ni visiones (tal como se dice en el libro, en que hasta la resurrección de la carne en el cielo no tendremos palabras ni imágenes para expresar nuestros pensamientos).

En Teología de la Perfección Cristiana, el P. Royo Marín, hablando del éxtasis (que es una de las experiencias más cercanas al cielo), citando la Suma II-II, 175,3 ad 1, dice "Santo Tomás distingue tres grados en el éxtasis; en el primero se suspenden los sentidos externos (vista, oído, tacto) pero no los internos (seguimos teniendo imágenes y sonidos en la mente); en el segundo quedan también suspendidos los sentidos internos y el alma entiende por especies inteligibles independientes de los fantasmas (de las imágenes mentales); el tercero lo constituye la contemplación de la Esencia divina, arrobamiento concedido, en sentir del Angélico, a Moisés y a San Pablo."

En la pág. 90 hablamos en el libro de "especies infundidas por Dios", al decir que allí no tendremos palabras para pensar, que en el libro de Royo Marín se llaman "especies inteligibles independientes de los fantasmas", no formadas por sonidos ni imágenes. La explicación de los "sentidos internos" quedó fuera del alcance de este libro y Dios mediante será parte de un próximo libro. Mientras, tienen la explicación con algunos diagramas en este otro artículo. Los "sentidos internos" entre otras cosas, son los que transmiten al entendimiento lo que han recibido de los sentidos externos.

Es decir, en los éxtasis que los místicos han vivido (aparte de Moisés y San Pablo), si son del segundo grado (más cercanos a la experiencia del cielo), no hay imágenes ni sonidos. Sólo vivencias que Dios les transmite sin expresión visual ni auditiva. De ahí la gran dificultad que tienen los místicos o San Pablo de describir con palabras o dibujos sus experiencias.

Esto también lo tienen dicho por S. Teresa aquí (especialmente claros los comentarios que siguen a su escrito).

El "verbum cordis"

Es lo que se explica en la pág. 90: es el pensar antes de ser formulado con una palabra (en la mente, en un idioma), y de ser expresado vocalmente.

"S. Agustín nota la distinción entre:

(1) la palabra pronunciada físicamente, en voz alta,

(2) la palabra solo pensada, es decir, de la cual se piensa el sonido, bajo la forma de escucha silenciosa (mental), que, sin embargo, se refiere todavía a una realidad externa (sensible) y convencional, como lo demuestra el hecho que es distinta en los distintos idiomas.

(3) hay una palabra más silenciosa, (...) la palabra sensible no es sino vox verbi. Para distinguirla con claridad de esta última, S. Agustín la llamará, por tanto, verbum cordis."

El valor de soportar

El libro habla del valor de la pasividad, pero sólo una página. Todo el resto de informaciones, incluso la misma naturaleza de libro, podría decirse que son cosas "positivas". Querría comentar un hecho que colabore a un mayor equilibrio: la importancia fundamental de llevar bien las cruces de la vida, del soportar bien, abrazándolas. Porque creo que (y creo dicen) que el camino de la santidad no es el que nos podamos marcar, sino que lo que de verdad nos ayuda más a nuestra santidad son los imprevistos, contrariedades que nos suceden y lo que nunca deseamos. Porque todo lo que hacemos siguiendo nuestros gustos, aunque no les llamemos así y le pongamos un nombre más presentable, realmente no es la voluntad de Dios y nos perjudica el avance en nuestra santificación. En cambio, lo que Dios permite que nos suceda,... eso sí que es "el dedo de Dios", ya sea premio o castigo, no hay nada "nuestro".

Hombre - animales

Hablando de que miramos al revés cuando creemos ver comportamientos humanos en los animales (p.16), un ejemplo de ello es esta web (de venta de gallinas) que dice: "Si te fijas, una gallina necesita lo mismo que una persona para ser feliz: sentir la tripa llena, no tener sed ni calor, pasear respirando aire fresco, vivir en un espacio seguro y confortable…" ¿La gallina necesita lo mismo que nosotros o esos son nuestros instintos animales como los de las gallinas?

Como esa web, también hay libros que sólo ven (y proponen ver) al hombre como un animal, como uno que acabo de leer que dice: "Buena salud, cobijo, comida y bebida. Podríamos decir que eso es todo lo que una persona necesita para ser feliz."

Consecuencias de nuestros actos

Cuando devolvemos algo que hemos comprado, aunque la empresa lo diga, no es gratis (aparte de que vayan o no por nuestra cuenta los gastos de envío de vuelta). Es gratis para nosotros aparentemente, pero la empresa quiere subsistir, tiene su previsión de devoluciones que es un coste que incluye en el precio de sus artículos. Si esa previsión se queda corta porque mucha gente devuelve artículos, tendrán que subir el precio a todo para no perder dinero.

Cuerpo y alma (límite de toda metáfora)

Al final de [31] dice: «toda metáfora, tiene sus límites». Un ejemplo es el gráfico de la página 16. Pretende significar que el alma y el cuerpo son cosas distintas, que juntas forman el hombre. Y aunque la leyenda ya explique algo más "que el alma da vida a nuestro cuerpo" el gráfico no describe todo (como toda metáfora, pues ninguna de ellas explica todos los aspectos de la realidad, pues entonces ya no sería una metáfora sino una copia de lo que describe). Por ejemplo, el gráfico no describe que el alma está como entremezclada con todo el cuerpo (pues anima todo el cuerpo), como el agua moja toda una esponja, pero que tampoco ocupa espacio; ni que el alma es subsistente por sí misma, ni que alma y cuerpo se influyen mutuamente, etc.

Respuesta a preguntas / comentarios recibidos

"no estoy nada de acuerdo con su interpretación de diligere"

Un servidor sólo recuerda lo que dicen los diccionarios latín-español: que "diligo" significa "apreciar" (y que la Vulgata usa "diligo", no "amo"). No pretendo entrar en una discusión lingüística, sino que creo que hablar sobre este hecho puede ayudarnos en nuestra santificación, al darnos cuenta que a veces nuestro "amor" puede ser un poco raro, como cuando decimos que "amamos", pero no apreciamos.

Ejemplo de aplicación al amor a los padres:

Cuando alguien dice "amo (quiero mucho) a mi padre (madre) pero es que él (ella) ZZXXYY". ¿Está esa persona apreciando a su padre (madre)? ¿está viéndola como un alma inmortal creada por Dios para ir al cielo?

Recordar esa realidad esencial nos ayuda a tratar a nuestro padre / madre de forma diferente a como la tratamos si nos olvidamos de ella. Olvidándonos de ella nos es más fácil caer en actitudes / comportamientos erróneos hacia ellos.

¿Les apreciamos como corresponde a quienes nos han dado la vida en este maravilloso mundo, o sólo les vemos como alguien que nos manda, que nos niega, que nos dificulta,...?

Recordemos que el 4º mandamiento (amar a los padres) está antes que el 5º (no matarás): es decir, es más grave fallar en amarles que matar. (Además de que nos perdemos todas las bendiciones que dice la Biblia a los que cumplen con ese mandamiento: Dt 5,16 y otros).

Un servidor cree que este desamor es la base, la raíz oculta de muchos comportamientos erróneos en muchos aspectos de nuestra vida. Problemas que no relacionamos con ella y achacamos a otras causas (que si la mala influencia de la educación, del ambiente, que si los malos jefes,...). Todo ello tendrá su parte, pero ellos ni pagan las consecuencias ni pueden obligarnos a amar a nuestros padres, sólo nosotros podemos decidirlo y hacerlo.

Por ello este tema de amar a los padres es fundamental, y todo el esfuerzo que hagamos sin resolverlo, inútil para esta vida y dificultoso para la vida eterna.

Este "amor" sin aprecio no sólo podemos ejercerlo con los padres, sino con toda relación: cónyuge, amistades, compañeros de trabajo, etc. incluso animales, plantas o materia inanimada.

Si en el cielo recordamos nuestra vida, y hay gente que lo pasa muy mal en ella, ¿no tendrán dolor por ello en un sitio donde es imposible el dolor?

R: En el cielo sólo hay verdad, la forma como Dios ve las cosas. Los que ahora tienen dolor, en el cielo verán que ese dolor era necesario, conveniente, bueno para ellos: como ahora nos duele tener que estudiar, examinarnos,... y luego comprendemos que es necesario para aprender.

¿El cielo es un lugar -donde ya ahora está el cuerpo de nuestro señor Jesucristo y el de la Virgen- o un estado?

R: Pues es ambas cosas porque así lo enseña la Iglesia. Otra cosa es cómo compatibilizarlo, saber dónde está el cielo, etc.



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Reseña que publicamos anteriormente:

La religión nos dice que el cielo es el premio a la vida en la tierra.

¿Qué nos darán de premio? ¿Qué obtendremos en el cielo?

Si el cielo es el premio de la vida en la tierra, es lógico pensar que el premio será el logro de por lo que vivimos en la tierra (alto, no saque conclusiones antes de acabar de leer este escrito. Relea y acepte la frase anterior como cierta y luego siga hasta el final del escrito).

Es decir, al corredor de 100 metros lisos que gana la carrera le dan la medalla de oro de 100 metros lisos, no le dan la medalla de oro de natación mariposa.

Es evidente que esto es así.

Obtenemos por lo que hemos luchado, trabajado, toda la vida en la tierra.

Hay gente que trabaja, que vive para:

¿Qué hay allí entonces, que nos pueda satisfacer?

Es que allí, principalmente lo que hay es Dios. La esencia de la felicidad en el cielo es ver a Dios, es participar de su naturaleza.

En la tierra hemos podido ser meros relojes o "hijos del relojero". En el segundo caso, en el cielo compartiremos la profesión con nuestro padre. Si en la tierra no hemos querido saber nada de Dios, no somos "hijos del relojero" y después de la muerte no tenemos nada que hacer en el cielo, es más, sería un suplicio para nosotros estar con quien nunca quisimos en la tierra.

("Hijos del relojero" es "Hijos de Dios", los bautizados que estamos en gracia de Dios -cumplimos sus mandamientos-, no estamos en pecado mortal).

Es decir, iremos al cielo si en la tierra Dios es el centro de nuestra vida. Cuanto más queramos parecernos a Él en la tierra, más compartiremos de Él en el cielo. Y esto sí que es posible, porque allí esencialmente lo que hay es Él (ni dinero, ni premios, ni hijos que hacer, ni ballenas que salvar).

Que sea el centro de nuestra vida quiere decir que en todo lo que hagamos le tengamos en cuenta a Él. Que Él no sea para nosotros una figura que tenemos en un cajón, que sacamos para rezarla cuando nos conviene, y que la cambiamos a nuestro gusto.

Que sea el centro de nuestra vida es que lo amemos como aman los enamorados, que quieren saber todo de la otra persona y complacerla en todo.

En el cielo reina la verdad más absoluta y todos tenemos nuestra voluntad unida a la de Dios, y eso nos llena de gozo. Si en la tierra buscamos y aceptamos la verdad e intentamos hacer lo que entendemos como la voluntad de Dios, pues más preparados estaremos para estar en el cielo, menos tendremos que permanecer en el purgatorio eliminando lo que no sea eso.

¿Tanto nos satisfará en el cielo el solo hecho de ver a Dios?

Lo mismo que en la tierra el sólo ver a nuestros padres/esposo/hijos después de un largo viaje, o ver en nuestras manos que tenemos un billete de lotería premiado con el premio gordo, o ver la mayor obra de arte que queramos (o un palacio) y saber que es nuestra, que podemos vivir allí.

Estos ejemplos anteriores son minúsculos comparados con ser parte de Dios.

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A los que no creen en Dios, y por tanto, que el cielo sea el premio de esta vida, al menos se les puede hacer ver que:

Igual que en esta vida todo influye en todo: que cada vez que damos al interruptor de la luz hay una central eléctrica a cien kilómetros de distancia que tiene que fabricar esa electricidad para mí, que cada vez que conduzco el auto (por una carretera con otros coches), hago que todo el resto de autos tengan que tenerme en cuenta,

es razonable pensar que, de alguna manera, esta vida influye en la otra, que es irrazonable decir que "todos seremos igual de felices". Y si aceptan que "no todos seremos igual de felices", ¿en qué se basará la diferencia?, porque ¡hasta el mayor traidor confeso a su patria se cree santo!

También es razonable pensar que, al morirnos, no cambiamos nuestro comportamiento, nuestra manera de ser, por el hecho de morirnos, porque morirse es un acto bastante pasivo. No hay que hacer nada para morirse. Cambiar, aprender, siempre nos requiere un trabajo, un esfuerzo.

Es decir, que cuando nos muramos nos llevaremos nuestros recuerdos y deseos de aquí.

Pero allí no hay nada de lo que tenemos aquí, como decíamos antes. ¿Qué esperan encontrar más allá (los que no creen en Dios), que les haga felices?


Benditos médicos del seguro (en España) que recetan esto.

En España se puede comprar agua de mar en casi cualquier dietética (por ejemplo, esta), en farmacias (más cara), y en algunos supermercados como éste.

O en esta panadería ecológica que hace el pan con agua de mar y también la vende.

Rezar el Rosario (mejor en latín) es el último y único recurso que nos queda.

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