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El placer, algo inútil

Sólo el placer pecaminoso (gula, lujuria), no todo placer. Ver salvedades al final.

Inútil

No nos desarrolla nada. Ninguna virtud en el alma, nada en el cuerpo (ni fuerza, ni resistencia,...)

Fácilmente sustituible por la imaginación

Hay una película (perjudicial ya por el solo hecho de ser película), en que unos niños “enfermos” de cáncer en un hospital, se lo pasan la mar de bien imaginándose placeres y aventuras. Como toda película (engaño), tiene algo de verdad porque si no nadie se la tragaría. Es como el gusanito de verdad que ponemos en el anzuelo. Es decir, la película nos presenta el hecho evidente, que todos comprobamos, que la imaginación nos provoca el mismo placer (y otros sentimientos y sensaciones) que la realidad. Esa es la base de todas las películas y de toda novela y otras cosas: provocar en el oyente / espectador un sentimiento / sensación a través de unas imágenes o palabras, no haciéndole vivir materialmente la historia.

Todos empezamos a ensalivar cuando alguien explica una receta suculenta, el niño se duerme feliz después de que el papá le cuenta un cuento con final feliz, los espectadores se relajan cuando el protagonista se relaja después de un combate (sin los riesgos de imitarle materialmente), etc.

Los médicos lo dicen de esta forma: “el hipotálamo, que segrega hormonas al torrente sanguíneo y pulsos nerviosos, puede activarse desde el córtex (por lo que imaginamos) o desde el cerebro antiguo (por lo que vemos, oímos, amterialmente)”.

Es decir, podemos gozar lo mismo con la imaginación que con los sentidos corporales. Y veremos luego que más.

Sin caer en graves pecados solitarios

No se trata de usar la imaginación como inicio de la realización material.

Tampoco pecar con el cónyuge

Quizá, para evitar el pecado, podemos sustituir su realización material por una realización con la imaginación. Quizá al principio podemos dedicar 5 minutos a esa tarea. Quizá finalmente podamos sustituirla por una mirada de 1 segundo.

Las ventajas de ello son múltiples:

Estos recuerdos breves y múltiples a lo largo del día, pero en un sentido completamente diferente, para acordarnos de Dios, para alabarle, darle gracias, son las jaculatorias breves que algunos santos recomiendan.

¿Cuanto pecado es actuar por placer?

Estamos aquí para cumplir lo mejor posible con (lo que cada uno buenamente entiende como) la voluntad de Dios y por ello alcanzar la salvación con el mejor puesto posible en el cielo. ¿En qué nos ayuda el placer en esta tarea? En nada, y además, nos quita tiempo y energía.

Es decir, que cuando buscamos o nos dedicamos al placer cometemos dos pecados a la vez:

Es decir, podemos resistirnos a lo que Dios nos manda, y, como nunca estamos 100% seguros de lo que quiere de nosotros en cada instante, pues podemos “haraganear”, dormir, u ocuparnos en otras cosas y así no pecar claramente; pero cuando no sólo dejamos de cumplir con nuestros deberes, sino que dedicamos tiempo, dinero y energía al placer, pues entonces si que claramente es pecado.

Ojo, aunque llevemos una vida 100% casta, libre de pecados de gula y lujuria, podemos llevar una vida con graves pecados (quizá de omisión) en otros aspectos.

Salvedades

Este artículo es más bien el resultado de la primavera, reflexiones en voz alta, más que el resultado de una profunda reflexión y estudio.

Al hablar de placer nos referimos a lo que todos entendemos por placer pecaminoso, principalmente por el gusto y por el tacto, es decir, no a placeres corporales como:

ni tampoco a placeres de los sentidos como:

ni a placeres interiores, del alma (gozo, satisfacción, alegría, felicidad).

Y viceversa, las "malas noticias" de los noticieros, toda la fealdad moral con la que nos inundan los que mandan, la fealdad física que promueven en los paisajes urbanos (pintadas), rurales (parques eólicos), tiene como uno de sus objetivos el dañarnos, el causarnos dolor en el alma o acostumbrarla a no reaccionar ante lo feo o malo. Ver artículo como nos daña la fealdad.

Este artículo, es completamente inútil para un creyente, pues decir que los placeres pecaminosos son inútiles corresponde con la esencia de cualquier acto pecaminoso: acto inútil y perjudicial para ayudarnos a conseguir nuestro fin.


Benditos médicos del seguro (en España) que recetan esto.

En España se puede comprar agua de mar en casi cualquier dietética (por ejemplo, esta), en farmacias (más cara), y en algunos supermercados como éste.

O en esta panadería ecológica que hace el pan con agua de mar y también la vende.

Rezar el Rosario (mejor en latín) es el último y único recurso que nos queda.

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